domingo, 26 de noviembre de 2017

Rincones de Córdoba con encanto - 37 Santuario de la Fuensanta

Santuario de la Fuensanta / La añoranza de las huertas
En medio de los nuevos barrios levantados sobre antiguas huertas, por los que la ciudad crece a levante, el santuario de la Fuensanta pervive como una isla de sosiego y devoción.
Ante la fachada de la iglesia, al amparo de una vieja palmera, pervive el antiguo humilladero gótico, erigido a finales del siglo XV para proteger el pocito milagroso en el que relata la leyenda que fue hallada la pequeña imagen de la Virgen de la Fuensanta, apócope de Fuente Santa. Un mural de azulejos plasma y relata la aparición de la Virgen, San Acisclo y Santa Victoria al modesto tejedor Gonzalo García en 1420. “En este benerable sitio, cerca de esta Sta. Fuente en la que la naturaleza había criado un frondoso cabrahigo, en cuyo tronco contenía la sagrada ymagn. que en este Sto. templo se benera, la que ocultó un cristiano en la entrada de los Moros en Córdoba; saliendo por este camino un hombre devoto de la Reina del Cielo, llamado Gonzalo García, fatigado y atribulado por tener a su mujer paralítica, y su hija loca. Se le apareció esta soberana Sra. acompañada de los Stos. Acisclo y Victoria y le mandó llevase Agua de esta fuente a su Muger e hija y tendrían salud, cumpliendo el mandato y de repente quedaron libres de su enfermedad. Año de 1420”, reza la inscripción al pie del mural de azulejos que representa la escena descrita, colocado en 1949.
Una vistosa bóveda de crucería estrellada cubre el templete, abierto en tres de sus lados por arcos ojivales. Su prestancia bajomedieval contrata con la cercana presencia de la fachada barroca de ladrillo, que se eleva como un retablo sin imágenes, rematada por la airosa espadaña de tres vanos.
A la izquierda de la fachada se extiende una espaciosa explanada, protegida por poyos y escalinatas, en la que se alinean tres hileras de árboles: viejas palmeras datileras en la central y corpulentos plátanos en las laterales, bajo cuya sombra protectora juegan los niños.
Junta a la fachada del templo, una puerta adintelada introduce en el patio. No es el que pintara Rafael Botí en 1925, con un templete cuajado de flores y un estanque a sus pies, que las reformas han transformado; ahora es un ameno jardín con arriates de ladrillo en los que crecen palmeras y naranjos, arropados por macetas y plantas trepadoras como el jazmín y la dama de noche, una conjugación vegetal que en los atardeceres de primavera invade el recinto de aromas penetrantes. Cuidan tan acogedor espacio los jubilados del anejo club parroquial.
En el lado contiguo a la iglesia se abre un pórtico con seis arcos de ladrillo apoyados en columnas toscanas, que cobija el legendario caimán, los anuncios de cultos, macetas de aspidistras y lápidas conmemorativas, entre ellas la que recuerda que “este Santuario de Ntra. Sra. de la Fuensanta fue designado parroquia el 24 de octubre de 1973 festividad de San Rafael, siendo obispo de esta diócesis monseñor. José María Cirarda Lachiondo y nombrado párroco de la misma al Rvdo. D. Antonio Navarro Sánchez”, que hoy sigue al frente de la misma. Sobre el vértice de las tejas despunta el encalado reverso de la espadaña, como la silueta de un ángel protector.
Una puerta apuntada abierta en el muro del evangelio da acceso al templo, al que una profunda restauración devolvió en los años ochenta el aspecto medieval de la primitiva construcción, terminada en 1476; con esa recuperada atmósfera contrasta el moderno mural de azulejos de Egea Azcona que reemplazó al antiguo retablo, instalado en la parroquia de Nueva Carteya.
En el pórtico y aledaños observará el viajero curiosas inscripciones empotradas en los muros que evocan temibles crecidas del cercano Guadalquivir. “El día 25 de diciembre de 1821 llegó el río a esta –” reza el texto, acabado en una gruesa raya indicativa del nivel alcanzado por las aguas. Otras inscripciones testimonian crecidas similares en 1784, 1876 y 1917.
En la vertiente opuesta al pórtico blanquean las fachadas de la antigua hospedería y de la casa del santero, con empotrados arcos de ladrillo que en su composición revelan gusto mudéjar.
Este patio de aliento conventual, santificado por la vecindad del santuario, constituye un agradable espacio; el viajero que se adentre en él con mansedumbre es posible que encuentre anhelada paz espiritual.


Textos: Francisco Solano Márquez
Diario CÓRDOBA

Córdoba, 2003





















































domingo, 19 de noviembre de 2017

Rincones de Córdoba con encanto, 36 Las Espadañas

Las espadañas / Paisajes con campanas
Una treintena de espadañas, hermanas menores de las torres, jalonan los tejados de Córdoba. Aunque cada una de ellas constituya, a poco que se alce la vista, una pincelada de encanto, las agruparemos en una visión conjunta, sobrevolándolas imaginariamente con alas de cigüeñas, como las que instalan su nido en la de San Basilio.
Ayudan a evocar la imagen y el sonido de las espadañas los versos de Julio Aumente, que en su bellísimo poema “Paisaje con campanas” percibe cómo en una tarde de domingo “el aire es dulcemente rasgado / por la campana de un convento que toca a Vísperas. / Primero es el Cister, luego la Encarnación, / lejos se oyen apenas Santa Isabel y el Corpus. / Después viene el silencio a dominar de nuevo...”
La espadaña más madrugadora en construcción, siglo XVI, es sin duda la del convento de la Encarnación, de rasgos manieristas, altiva vigilante de la calle Rey Heredia. Las pilastras que enmarcan los huecos de las campanas se enjoyan con capiteles jónicos, indicio, para los especialistas, de la mano de los Hernán Ruiz.
En el paisaje de espadañas predominan las barrocas, de los siglos XVII y XVIII, que suelen tener dos cuerpos coronados por un frontón, en los que se abren tres huecos de medio punto para las campanas. Si se atiende a un criterio cronológico hay que abrir este grupo con la del santuario de la Fuensanta, de mediados del XVII, en la coronación de la fachada de ladrillo y flanqueada por pináculos. Inmediata es la de la iglesia de los Padres de Gracia –templo terminado en 1686–, que mira a la calle de los Frailes. A la estética del seiscientos adscriben también los historiadores del arte la espadaña de la parroquia de San Juan y Todos los Santos, hoy de rojo y ocre, que dialoga con Góngora en la plaza de la Trinidad y regala una bella perspectiva desde la angosta calleja Horno de la Trinidad.
Pero el mayor florecimiento de espadañas sobre los tejados de Córdoba se produce a lo largo del siglo XVIII. De principios de la centuria es la de la ermita de la Alegría, de un sólo cuerpo, que pasa desapercibida en la angosta calle Menéndez y Pelayo, similar a la de la iglesia de la Piedad, de humilde presencia en la plaza de las Cañas. Luego se suceden las de los templos construidos por el obispo Marcelino Siuri en torno a los años treinta de la centuria: la espadaña conventual del Cister, blanca y ocre, engalana la plaza de las Dueñas; la de las Capuchinas, blanca austeridad, se asoma discretamente al compás, enmarcada por un arco peraltado; y la de la iglesia de la Virgen de los Dolores corona como una peineta ocre y roja el escalonado juego de volúmenes que regala la Cuesta del Bailío.
Un caso singular constituyen las espadañas gemelas del exconvento de la Merced, que flanquean la fachada barroca de la iglesia acabada en 1745, con el segundo cuerpo horadado por circulares huecos sin campanas, como si fuesen ojos de legendarios cíclopes. Sobrevolando el claustro barroco de San Francisco, se eleva la deteriorada espadaña de ladrillo, fechada por los especialistas hacia 1782, aunque la disposición serliana de su único cuerpo con tres vanos y óculos guarde ecos renacentistas.
Hay dos ejemplos de espadañas angulares de ladrillo –modelo frecuente en el siglo XVIII–, cercanos entre sí, en el Carmen calzado de Puerta Nueva y en la moribunda iglesia conventual de Nuestra Señora de los Remedios y San Rafael, tan inseparable del paisaje urbano del Campo Madre de Dios.
El color ocre hermana las espadañas de San Cayetano, coronando su cuesta, y de San Pedro y Santiago, desproporcionadas sobre sólidas torres truncadas, que dialogan en su cercanía; una giratoria imagen de San Rafael, a modo de veleta, corona la primera, mientras que la segunda tiene como base un recuperado alminar árabe. Modesta y neobarroca, acomplejada por la vecindad de otro alminar, es la de la iglesia de San Juan de los Caballeros. La imaginaria cigüeña que las ha sobrevolado, se posa, finalmente, en la blanca espadaña de la iglesia de San Basilio, tan incorporada al paisaje urbano del Alcázar Viejo, mientras uno imagina escuchar una “música azul de campanas / repicándole a mi tarde”, como canta Concha Lagos.
Textos: Francisco Solano Márquez
Diario CÓRDOBA

Córdoba, 2003
convento de la Encarnación

convento de la Encarnación

convento de la Encarnación

convento de la Encarnación

convento de la Encarnación


convento de la Encarnación



santuario de la Fuensanta

santuario de la Fuensanta

santuario de la Fuensanta

santuario de la Fuensanta

santuario de la Fuensanta


iglesia de los Padres de Gracia

iglesia de los Padres de Gracia

iglesia de los Padres de Gracia



iglesia de los Padres de Gracia


iglesia de los Padres de Gracia


parroquia de San Juan y Todos los Santos

parroquia de San Juan y Todos los Santos

parroquia de San Juan y Todos los Santos


parroquia de San Juan y Todos los Santos




ermita de la Alegría


ermita de la Alegría


ermita de la Alegría

iglesia de la Piedad


iglesia de la Piedad

iglesia de la Piedad

iglesia de la Piedad


iglesia de la Piedad

conventual del Cister


conventual del Cister

conventual del Cister


conventual del Cister

Capuchinas


Capuchinas

Capuchinas

Capuchinas

Capuchinas

Capuchinas

Capuchinas


Capuchinas

Capuchinas

Capuchinas

Capuchinas

iglesia de la Virgen de los Dolores

iglesia de la Virgen de los Dolores

iglesia de la Virgen de los Dolores

iglesia de la Virgen de los Dolores

iglesia de la Virgen de los Dolores

iglesia de la Virgen de los Dolores


iglesia de la Virgen de los Dolores


exconvento de la Merced

exconvento de la Merced

exconvento de la Merced

exconvento de la Merced


exconvento de la Merced


exconvento de la Merced

San Francisco


San Francisco

San Francisco

San Francisco

San Francisco

Carmen calzado de Puerta Nueva 


Carmen calzado de Puerta Nueva 

Carmen calzado de Puerta Nueva 

Carmen calzado de Puerta Nueva 



Nuestra Señora de los Remedios y San Rafael

Nuestra Señora de los Remedios y San Rafael

Nuestra Señora de los Remedios y San Rafael

Nuestra Señora de los Remedios y San Rafael


Nuestra Señora de los Remedios y San Rafael



San Cayetano

San Cayetano


San Cayetano

San Cayetano

San Cayetano

San Cayetano

San Cayetano



San Cayetano

San Pedro 

San Pedro 

San Pedro 

San Pedro 



San Pedro

San Pedro 
San Pedro 

Santiago

Santiago

Santiago

Santiago



Santiago

iglesia de San Juan de los Caballeros

iglesia de San Juan de los Caballeros



iglesia de San Juan de los Caballeros

iglesia de San Juan de los Caballeros


iglesia de San Basilio


iglesia de San Basilio

iglesia de San Basilio

iglesia de San Basilio

iglesia de San Basilio

iglesia de San Basilio

iglesia de San Basilio

iglesia de San Basilio


Catecumenium Iglesia de San Francisco


Catecumenium Iglesia de San Francisco


Catecumenium Iglesia de San Francisco


Catecumenium Iglesia de San Francisco